Los errores defensivos de Lanús tienen, al mismo tiempo, nivel nacional e internacional. Anoche sumó su tercera derrota consecutiva en 2010 (venía de perder con Boca y con Argentinos) fundamentalmente por dos groseras fallas de sus zagueros centrales, Santiago Hoyos primero y Jadson Viera después. Y por culpa de Libertad ya enhebró una fatídica racha de 11 partidos internacionales sin victorias, cifra que incluye los ocho que jugó en la temporada pasada por la Copa Libertadores.
Entre querer y no poder demasiado se le escurrió a Lanús la primera etapa. Porque desde el comienzo mismo, el equipo de Luis Zubeldía se sintió incómodo con el esquema táctico (3-4-1-2) que planteó Javier Torrente, hoy entrenador de Libertad y ayer uno de los asistentes tácticos de Marcelo Bielsa en la Selección Nacional.
La idea inicial fue romper por afuera con los mediocampistas externos, Aguirre y Blanco, que de a ratos cambiaron de sector como para sorprender a sus controles. Pero una dura infracción sobre Blanco --le entraron muy fuerte sobre el tobillo derecho--, cuando apenas se habían gastado los primeros 13 minutos de juego, limitó a futuro el andar del jugador más creativo de la estructura.
Yendo y viniendo, cada uno con su estilo, empezaron a caer las situaciones de gol. Un anticipo de Castillejos en el primer palo se fue desviado por muy poco. Aquel zurdazo de Velázquez, en su única trepada ofensiva en la etapa inicial, que terminó acariciando el ángulo derecho del arco de Medina. El cabezazo desviado de Víctor Cáceres cuando Marchesín tenía poco por hacer. Y la llegada de Aquino que no prosperó porque chocó contra el achique del arquero de Lanús.
Todo eso en la primera media hora. Después, y hasta el pitazo del árbitro brasileño Semene anunciando el final de los primeros 45 minutos, sólo hubo un cabezazo de Castillejos, anticipando al veterano Sarabia (en la Argentina jugó en Banfield y en River), que se fue por arriba.
Para el complemento, el equipo local metió un intenso arranque, que incluyó un potente disparo de Aguirre que Medina desvió por arriba. Pero después, a medida que corría el reloj, el cálculo que se empezó a hacer era si no se podía ganar qué se podía hacer para no perder.
Defender seriamente, fue la respuesta. Como corresponde a un equipo de alta competencia. Sin embargo, una pifia de principiante a cargo de Hoyos le dejó el gol servido a la derecha de Gamarra. Y un rato después, cuando el fastidio de la gente de Lanús iba en aumento, Viera calculó muy mal un pique del balón y Pablo Velázquez sometió de zurda a Marchesín.
Hoy, la tarea de Lanús ya no parece pasar por cómo juega en ataque. Lo primario y urgente es empezar a proteger su arco con los hombres y con el sistema necesarios.
Entre querer y no poder demasiado se le escurrió a Lanús la primera etapa. Porque desde el comienzo mismo, el equipo de Luis Zubeldía se sintió incómodo con el esquema táctico (3-4-1-2) que planteó Javier Torrente, hoy entrenador de Libertad y ayer uno de los asistentes tácticos de Marcelo Bielsa en la Selección Nacional.
La idea inicial fue romper por afuera con los mediocampistas externos, Aguirre y Blanco, que de a ratos cambiaron de sector como para sorprender a sus controles. Pero una dura infracción sobre Blanco --le entraron muy fuerte sobre el tobillo derecho--, cuando apenas se habían gastado los primeros 13 minutos de juego, limitó a futuro el andar del jugador más creativo de la estructura.
Yendo y viniendo, cada uno con su estilo, empezaron a caer las situaciones de gol. Un anticipo de Castillejos en el primer palo se fue desviado por muy poco. Aquel zurdazo de Velázquez, en su única trepada ofensiva en la etapa inicial, que terminó acariciando el ángulo derecho del arco de Medina. El cabezazo desviado de Víctor Cáceres cuando Marchesín tenía poco por hacer. Y la llegada de Aquino que no prosperó porque chocó contra el achique del arquero de Lanús.
Todo eso en la primera media hora. Después, y hasta el pitazo del árbitro brasileño Semene anunciando el final de los primeros 45 minutos, sólo hubo un cabezazo de Castillejos, anticipando al veterano Sarabia (en la Argentina jugó en Banfield y en River), que se fue por arriba.
Para el complemento, el equipo local metió un intenso arranque, que incluyó un potente disparo de Aguirre que Medina desvió por arriba. Pero después, a medida que corría el reloj, el cálculo que se empezó a hacer era si no se podía ganar qué se podía hacer para no perder.
Defender seriamente, fue la respuesta. Como corresponde a un equipo de alta competencia. Sin embargo, una pifia de principiante a cargo de Hoyos le dejó el gol servido a la derecha de Gamarra. Y un rato después, cuando el fastidio de la gente de Lanús iba en aumento, Viera calculó muy mal un pique del balón y Pablo Velázquez sometió de zurda a Marchesín.
Hoy, la tarea de Lanús ya no parece pasar por cómo juega en ataque. Lo primario y urgente es empezar a proteger su arco con los hombres y con el sistema necesarios.
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