MARTIN MACCHIAVELLO
La familia Granate está partida. Partida al medio por el vaivén de los resultados. Partida al medio en la búsqueda de los responsables de este momento lleno de interrogantes (y haciendo jueguito con la cabeza del técnico y de los dirigentes). Ojo, sería de necios obviar un leve crecimiento en el volumen de juego en la última semana. Pero, definitivamente, no alcanza. Tal vez, si al minuto de juego nomás, Lunati se hacía el Baldassi y transformaba ese agarrón de camiseta a Salcedo en penal (y bien sabido que unos cuantos penales maricones de ésos, como los que Héctor nos cobra en contra, te pueden sacar campeón), el partido tomaba otro curso. Pero... Pura hipótesis. Después había 89' más... Y así no se puede. Salvo que aparezcan muchos Blooming's y tuerzan una tendencia que se maquilló con muchos puntos y muchos goles ante rivales que no daban el piné.
Adelante, la piloteamos. Con anarquía, cada tanto se celebra. El tema está atrás. Y si no cuidás la retaguardia, difícil caminar derecho. Retumba aún el dato del pibe del 7: en el Profesionalismo, a esta altura de un torneo, jamás tuvimos tantos goles adentro. Y no me sorprende. Jairo Castillo, potente aunque poco saltarín, ganó sólo de cabeza a espaldas de Hoyos. El pibe Sánchez, tras la gran jugada paraguaya del 1-1, debajo del arco fusiló al pobre Marchesín después de una jugada de flipper y escribanos del gol. ¿Qué hacer con semejante desequilibrio? La familia Granate está dolida. Y parece que habrá que acostumbrarse hasta el final. En el fondo, lo peor es la convivencia. La convivencia con esta realidad. Pero calma. No hay mal que dure 114 años.
http://www.ole.clarin.com/notas/2010/03/04/futbollocal/02151953.html
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