Mano a mano hemos quedado

Nadie dirá que Quilmes y Lanús no intentaron, pero las limitaciones estructurales de uno y coyunturales del otro frustraron todo: 1-1.

Por Xavier Prieto Astigarraga
LA NACION

El voluntarismo optimista social, tan propio de películas y series tiernas , a veces miente. Es cierto que lo importante es competir, pero en ocasiones ganar es clave. En verdad es encomiable vencerse a sí mismo, pero suele resultar insuficiente. Y -hay que decirlo de una vez- la realidad habitúa superar las intenciones: querer no es poder. Lo facilita, pero no lo conlleva.

Sobran las muestras. Sin ir más lejos, el Quilmes 1 vs. Lanús 1 de ayer. Los dos buscaron, intentaron, desearon, y no triunfaron. De hecho, nunca hay dos vencedores en fútbol. Pero si se trata, debería salir un buen espectáculo... Si hay material, claro. Y en la tarde del estadio Centenario no lo hubo.

Es que el local, aunque reforzado con incontables incorporaciones, tiene un techo bajo en potencial. Hugo Tocalli lo estimula a crear, a procurar, a ganarse el sustento por mérito propio, pero las carencias estructurales de un plantel que está en formación y a la vez debe afrontar el salto de B a A son un desafío para un equipo que, aunque trata de aspirar a más, deberá esforzarse por estabilizarse en la categoría.

Lanús es más rico. Posee más técnica, más roce en el máximo nivel, más años de maduración como grupo de futbolistas y cuerpo técnico. Pero no siempre plasma todo, aunque el oponente sea inferior. Por ello, aunque visitante ayer, tenía más responsabilidad en el juego. Sin embargo, poco hubo del toque que acostumbra exhibir.

Y así, el partido fue ordinario, por más predisposición ofensiva que hubiera. Esta tuvo premio al principio con un lindo gol de Morales (cabezazo tras un centro de Hirsig); un error del arquero Trípodi -mordido saque de arco; lo capturó Salcedo y resolvió con una fina emboquillada- cerró el resultado cuando quedaban 80 minutos. No faltaron ganas ni dinámica: el desarrollo era movido hasta las áreas, pero si había fallas, estaban en ataque. Habilidad, precisión y coordinación morían ante el físico y la táctica.

En el segundo tiempo hubo más llegadas peligrosas, con una leve supremacía de Lanús, que tras un buen inicio de Apertura se desinfla. Y que, pese a su vocación ofensiva, quedó más a gusto con la igualdad. Claro: Quilmes jugó las tres fechas del Apertura en su cancha y apenas cosechó 2 puntos. Es que, casi tanto como el qué (querer), siempre importa el cómo (poder).

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